Entender a alguien supone captar sus emociones, sus sentimientos y los motivos de su conducta. En definitiva, ver el mundo con sus ojos. Justamente lo que la empatía logra.
Por : Luis M. Iruela
Un requisito necesario para la actividad clínica es saber distinguir la enfermedad del enfermo. Y esto sólo es posible si somos capaces de entender al paciente. Entender a alguien supone captar sus emociones, sus sentimientos y los motivos de su conducta. En definitiva, ver el mundo con sus ojos. Justamente lo que la empatía logra.
Douglas Sirk, director de algunos de los más fulgurantes melodramas de la década de los cincuenta, afirmaba que el cine es, ante todo, emoción. Esta conexión inmediata entre el lenguaje de las imágenes y el mundo de los afectos convierte a aquél en una poderosa herramienta con la que puede el espectador aceptar emocionalmente el punto de vista de cada uno de los personajes de una película, es decir, lo convierte en un camino real para el ejercicio de la empatía, condición imprescindible esta última para la dotación profesional de todo médico clínico en nuestra sociedad del siglo XXI.
Pero, además, tiene el cine la virtud de transmitir ideas (“una imagen también puede ser una idea” –decía Paul Schrader–) y de plantear problemas teóricos con cierta oportunidad de manera accesible y atractiva para el gran público. Emoción y pensamiento son las dos potencias del cine que hacen de él un vehículo adecuado para acometer algunas tareas intelectuales como la educación médica o la reflexión sobre los grandes temas de la medicina que socialmente preocupan en el tiempo actual.
Blade Runner
Dirigida por Ridley Scott en 1982, la película Blade Runner ofrece un buen ejemplo de lo dicho anteriormente. En ella, pensamiento y emoción se unen para renovar, en un ambiente futurista, una vieja cuestión de la antropología romántica, la relativa a la distinción entre el hombre natural y el creado por la ciencia.
En el filme, la diferencia se establece por medio de la aplicación de un “test de empatía”, que recibe el nombre imaginario de “Prueba de Voight-Kampff” y que está directamente basado en el experimento de la asociación de palabras de Carl Gustav Jung.
En esencia, el test consiste en someter al examinando a una batería de estímulos verbales de variada resonancia psicológica, mientras se estudia en él la aparición o no de una reacción vegetativa determinada (en este caso, la modificación del diámetro de la pupila) que, a su vez, revele la presencia de una emoción profunda desencadenada por un estímulo concreto.
Sólo los seres humanos genuinos serían capaces de experimentar un movimiento interior de empatía ante ciertas situaciones. Por el contrario, aquellos otros seres creados por la ingeniería genética (llamados replicantes en la película) no podrían conseguirlo ni simularlo siquiera.
¿Qué es lo específicamente humano? Esta es la gran pregunta que el largometraje plantea. Y a la que responde con algún atrevimiento: aquello cuya carencia impide nuestra condición humana no es la razón ni el lenguaje sino la empatía.
Continua en siguiente post.
Fuente: http://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoID=63047
Hasta siempre!!!
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Don Murray
"El vaquero que enamoró a Marilyn"
El pasado 2 de febrero y alos 94 años de edad falleció el actor
notteamerica...
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