El desarrollo de métodos de aprendizaje alternativos ha permitido a invidentes de toda la provincia destacar en la pintura, el modelado, la música, el baile e incluso el teatro
TEXTO: DANIEL PÉREZ
Los ciegos somos ciegos, no tontos», recalca Chema Flores, animador sociocultural de la delegación de la ONCE en Jerez. El técnico, habituado a trabajar con deficientes visuales, reitera la máxima varias veces en el corto relato de su discurso. Se trata de una especie de mantra personal con el que enfrentar los tópicos manidos y simplistas que hacen que cualquier logro artístico protagonizado por una persona invidente parezca «casi un milagro». El ingenio, el talento, la voluntad y la perseverancia, en la mayoría de los casos, resultan valores capaces de salvar la carencia de un sentido tan elemental como la vista. Un ciego, hoy por hoy, armado de paciencia y con cierta habilidad, puede aprender a bailar, asistir a cineforums, tentar la guitarra flamenca, modelar arcilla, escenificar un drama e incluso pintar a oscuras. Y puede hacerlo mucho mejor que una persona normal, con todas sus facultades en forma. En la estrecha geografía de la provincia encontramos ejemplos concretos de todo ello. «Lo importante es reconocer nuestras limitaciones -explica Flores-, pero no dejar que ello suponga un obstáculo para intentar perfeccionar actividades culturales al uso, con ciertas modificaciones sobre los métodos de aprendizaje originales». En Cádiz, San Fernando y Algeciras se desarrollan talleres de pintura que cuentan con una enorme aceptación entre personas que tienen su capacidad visual mermada. Incluso los ciegos totales pueden permitirse experimentar con colores y formas. El secreto, básicamente, consiste en encontrar fórmulas alternativas para delimitar los contornos y marcar las tonalidades.Utilizan la plastilina, según cuenta Lucía Vila, monitora en San Fernando. Con tiras finas de este material perfilan las figuras, fragmentan el lienzo y, a partir de ahí, «juegan con colores previamente colocados de manera ordenada, aunque algunos de ellos no los hayan percibido completamente en su vida». Los resultados son tan espectaculares que Luz Marina Baras, responsable de actividades culturales de la ONCE en Cádiz, agrupó una serie de piezas en la colección Muestras y habilidades, que pronto se mostrará en El Palillero.
Ojos de alambre y papel
Las obras, algunas de ellas de una calidad creativa incuestionable, cuentan con un incentivo añadido para el espectador, que sabe que su autor ha tenido que emplear una dosis extra de imaginación e inventiva, para equilibrar el uso de medios de expresión amoldados a sus capacidades, de los que, no obstante, resultan composiciones radicalmente diferentes a cualquier pieza antes vista. Es habitual que los artistas empleen técnicas mixtas que incluyan texturas, relieves y rugosidades, ya que el tacto sigue siendo el sentido primordial para percibir la intencionalidad de lo creado. Néstor de Luca, uno de los grandes pintores ciegos, mentor del sitio www.lazarum.es, que promueve actividades culturales para discapacitados, recuerda perfectamente «cuando allá por 1998 escuché hablar por primera vez sobre pintura para ciegos. En ese tiempo suponía que jamás iba a tener la posibilidad de estar nuevamente en contacto con los colores y las formas, y cuando una amiga me comentó que existían talleres donde te enseñaban a pintar, me pregunté cómo sería la técnica utilizada para lograrlo».De Luca reconoce que intuía «una tecnología muy avanzada al servicio de la discapacidad, que mezclara nuevos conocimientos de última generación al servicio del arte. Mi sorpresa fue enorme cuando, una vez dentro de la institución, comprendí que todo iba a ser más simple de lo que me había imaginado. La tecnología punta que yo había supuesto necesaria para permitirle a una persona ciega pintar un cuadro se limitaba a un poco de alambre, papel de periódico viejo y pegamento». El equipo de docentes enseña a dibujar las formas deseadas con hilos, para después forrarlas con folios y sellarlas con cola. Luego pintarán las figuras con acrílico y finalmente las desplegarán sobre la superficie de la tela.
Imaginación en el tacto
«Así no sólo volví a estar en contacto con el arte, sino que además comencé a dar mis primeros pasos en el tema de los derechos a la inclusión de las personas sin importar su condición física», argumenta el pintor, quien afirma que «esta técnica posee una característica que a mi parecer acrecenta su valor, y es que gracias a su relieve, la pintura puede apreciarse no sólo por la vista, sino también por el tacto. Es decir, estos cuadros no sólo le ofrecen la posibilidad a una persona discapacitada como yo de que vuelva a reunirse con lo que tanto ama. Además tienen la hermosa particularidad de poder ser tocados, lo que implica que nadie quede excluido a la hora de disfrutarla». Manuel Cruzado, artista plástico de Jerez, asombra por el nivel figurativo de sus creaciones. Esculturas y modelados que se nutren de la aptitud imaginativa del autor, capaz de palpar con precisión un modelo -físico o material- y reproducirlo con un notable parecido. Cruzado es totalmente ciego, pero goza del don portentoso de apreciar con la yema de sus dedos hasta los mínimos matices del objeto o persona de referencia. Los museos tiflológicos se han multiplicado en los últimos años. Desde que la ONCE abriera el primero en Madrid, hace algo más de una década, comunidades autónomas como el País Vasco o Cataluña se han apresurado en ofrecer un servicio semejante, siempre en colaboración de entidades especializadas. A medida que el fenómeno se extendía, también pudo comprobarse que las piezas que gozaban de más aceptación por parte de usuarios ciegos eran aquellas realizadas por invidentes. «Es lógico -argumenta el experto Juan Carlos del Ramo-, puesto que nadie mejor que ellos conocen los mecanismos de percepción que se utilizan y, por lo tanto, saben aprovechar todos los recursos posibles». Formas, texturas y espacios entran en juego con olores e incluso con cambios de temperatura, mecanismos cada vez más sofisticados gracias a los nuevos sistemas informáticos. «Cuando una persona no ve, el cuerpo reacciona desarrollando otros sentidos, afinándolos, sobre todo el tacto y el oído», apunta del Ramo.
El guitarrista ciego
Mucho de eso tiene que ver con el éxito de los talleres de música para invidentes, de los que también han surgido algunas figuras de cierto nivel. Ignasi Tarrasa y Mónica Monasterio acumulan una merecida fama en el panorama nacional, y, en Jerez, Juan Miguel Ramos Plazoleta se ha labrado un nombre propio en el flamenco por su capacidad asombrosa al toque de una guitarra española. En estos casos, aunque el método de aprendizaje puede ser más complejo, los resultados de las interpretaciones no tienen por qué desmerecer a la de autores que mantengan su capacidad visual intacta, y es bastante habitual que las superen. José Manuel Rodríguez, profesor de música que ha trabajado durante años con personas invidentes, explica la técnica: «Un músico tiene que tener buen oído, lo demás es secundario. Una vez que se familiarizan con el instrumento y lo controlan, la vista es completamente secundaria, aunque las partituras, obviamente, tienen que memorizarse, puesto que no se puede tocar y leer un pentagrama a la vez». Además «la oscuridad absoluta lleva a un nivel sensitivo especial, relacionado con la concentración y la percepción intensa de los sonidos, con lo cual se convierte en especialmente provechosa para materias como la improvisación, o la emulación de partituras».
Teatro a oscuras
El teatro hecho por ciegos tiene también nombre propio. La compañía gaditana Orozú lleva desde 1993 acumulando premios. Nació amparada por el Movimiento Teatral ONCE, una tendencia de gran tradición que contaba por entonces con más de veinte compañías estables y otros tantos talleres a nivel nacional.En pocos años alcanzó la estabilidad dentro de los circuitos especializados, aunque pronto saltó a otros programas y ciclos, mezclándose y compitiendo con grupos de toda la geografía española. Desde sus comienzos, Orozú se inclinó por la comedia, tocando todos sus palos y una gran diversidad de autores. Lo que define a la compañía es su manera de afrontar el hecho escénico, que los lleva a utilizar recursos dramáticos de todo tipo. Se versionan los textos y, si procede, se actualizan, pero lo que caracteriza sus montajes es el acercamiento a la tierra, a la forma de sentir el teatro «por gaditanos andaluces», entroncándolo con sus raíces, hecho que ha merecido el reconocimiento del público y la crítica, que destaca especialmente la proyección que Orozú hace del divertimento, la frescura escénica y su «fiesta teatral». Entre sus componentes, y como prueba de integración, hay actores ciegos y videntes, en una convivencia perfectamente normal, dirigidos por Andrés Alcántara.Los montajes no se enfocan bajo el prisma de la «discapacidad», sino de la «capacidad artística» de sus actores. Prueba de ello son los modelos escenográficos, el dinamismo espacial, los movimientos grupales, de los que hace gala en cada función. Actualmente cuentan con once actores, de los cuales cinco son ciegos totales, tres son deficientes visuales y tres videntes.Poco antes de morir, el famoso pianista ciego Ray Charles recibió la propuesta de un equipo de médicos para que se sometiera a un método experimental que podría devolverle la vista. Cuando se negó, los especialistas publicaron una dura réplica en la que acusaron a Charles de dar un mal ejemplo a otros invidentes «por simple cobardía». Ray les contestó: «Puedo recuperar mis ojos y perder mi música. Si no son capaces de entender eso, es que son ellos los que están ciegos».
Publicado el 4 ed febrero del 2007
Fuente: www.lavozdigital.es
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