Una mañana estaba en la cama leyendo, cuando de pronto sentí dentro de mi cabeza un brillante destello. El libro que leía desapareció de mi vista. El cuarto mismo desapareció, y me encontré encerrado en una cámara oscura. Debía haber esto preparado para ello, ya que el glaucoma me había robado la visión de un ojo y los médicos me habían advertido que el otro estaba afectado; mas yo pensaba que esa amenaza jamás me alcanzaría.
Con 62 años de edad, sin parientes cercanos, sin hogar establecido, me encontré solo, sumido en tinieblas.
Como había servido un tiempo en la milicia, tenía derecho a una pensión por incapacidad total, pero fuera de esto no tenía otros recursos ni sitio alguno donde ir.
Pensé que podría dedicarme a escribir y puse un anuncio en el que explicaba que era ciego y que necesitaba una persona que tome apuntes por mí. Recibí 40 llamadas y escogí a la muchacha que tenía la voz más dulce. Estoy seguro de que al principio ella solo se compadecía de mí, mas la compasión se tornó en amor, y al cabo de un tiempo nos casamos.
Fracasé en mis esfuerzos de escritor y a veces, cuando mi mujer trataba de confortarme, me irritaba y acababa por reñirla violentamente.
Cierto día, después de una de estas escenas, me dijo con toda paciencia: "Voy a salir un rato. Aquí tienes lápiz y papel, por si quieres hacer algunas notas".
Me quedé pensando qué podría hacer a manera de reparación por mi mal proceder. Con el lápiz hice una señal en el cuaderno de apuntes y sobre ella pasé suavemente los dedos. Las yemas se me habían hecho más sensitivas y sentía nítidamente la huella del lápiz. Qué lástima, pensé, no haber aprendido nunca a dibujar, pues por lo menos habría podido hacer un dibujo para mi mujer. Vamos, me dije, nada se pierde con ensayar. Cuando mi esposa volvió y le mostré mi obra, se quedó un rato en silencio, y al fin preguntó:
¿Quién ha hecho esto? -y cuando se lo dije, observó. Cualquiera que lo vea dirá que no eres ciego.
Desde ese momento día tras día trabajaba en mis dibujos, cometí muchísimos errores, pero eso me estimulaba, porque el hombre solo tienen conciencia de vivir cuando vence las dificultades. A menudo, cuando trataba de escoger un tema, se me hacía difícil evocar con nitidez una imagen. Me preguntaba entonces por qué había sido yo tan ciego antes de quedarme ciego, y me daban ganas de gritarles a los que tienen la dicha de ver: ¿Aprovechen los ojos! ¡Capten la belleza que los rodea, guárdenla en su recuerdo, nunca la pasen por alto!
Estos últimos años han pasado rápidamente. He hecho en total más de 900 dibujos, de los cuales algunos he vendido y muchos otros he regalado. Mi esposa y yo tenemos un hijo de dos años de edad. Me siento vivo de nuevo porque siento que mi vida ha tenido un propósito, el de demostrar que nuestras limitaciones nunca son tan definitivas como en un principio nos parecen. Podrán descorazonar a un individuo y aun hacerle perder el deseo de seguir viviendo; pero si logra mantenerse a flote, algo en su interior le alentará a buscar una nueva vida y a encontrarla.
C. W. E. Jordán.
Hasta siempre!!!
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Don Murray
"El vaquero que enamoró a Marilyn"
El pasado 2 de febrero y alos 94 años de edad falleció el actor
notteamerica...
1 comentario:
Felicitaciones Moi por el post. Es verdaderamente conmovedor y está lleno de luz.
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