Podríamos dar muchas respuestas, pero ahora para respondérmela, elijo empezar por decirme:
Es no ponerse en el lugar del otro por un segundo, para poder comprender, respetar. Y sobre todo aprender.¿Aprender?
Si aprender y no sólo una nueva forma de relación (no siempre es así) sino y sobre todo aprender una nueva forma de ver el mundo, o una nueva o sabía forma de ver/vivir la vida.
Sin dudas: aprender una cierta sensibilidad que abre las puertas a nuevas formas de percepción.
¿Qué tanto enseñamos a nuestros hijos a vivir con respeto a las diferencias.?
¿Qué tanto nosotros damos ese ejemplo?
¿Queremos un mundo diferente para nuestros hijos?
¿Qué hacemos para ello?
Y no es algo de un día. Por conmemoración. Aniversario. O día mundial de...
Sino TODOS LOS DÍAS.
Desde algo tan simple como por ejemplo, detenerse al ver que un invidente necesita ayuda para cruzar la calle.
Al menos en la ciudad donde vivo (Lima). He tenido que cruzar avenidas de cuatro carriles para ayudar a cruzar a alguien, porque pareciera que los que no tienen problemas de visión, en realidad los tienen. Y pasan indiferentes ante alguien que espera pacientemente que alguien los ayude.
¿¿¿¿Por que????
¿Estabas apurado?
No te va tomar tiempo dar una mano a quien lo necesita.
Y te aseguro que le hará bien a tu corazón.
Empecemos con detalles simples y veremos como de a pocos se van viendo los cambios.
¡Pero desde ahora!
Siempre hay algo que se puede hacer.
Una anécdota:
Hace casi diez años, yo acababa de recibir una triste noticia. Iba caminando por la Benavides muy cerca de la Universidad Ricardo Palma. Pero vi a un invidente queriendo cruzar la avenida le resultaba difícil porque había un lío tal que...me acerqué y me ofrecí ayudarlo. Me agradeció, cuando llegamos del otro lado me dice: Usted está triste, pero no quiere que se note. Sí se queda con esa tristeza le va hacer mal. Debe sacar su pena. Usted sabe como, hagalo. Yo me quede sorprendida, como había podido saber todo eso si tan sólo le había dicho una frase. Y no era que andaba llorando por las calles, por mi tristeza.
Les aseguro que era el único invidente cerca de mi en ese momento, pero fue el único que pudo ver mi alma. Y le bastó tan sólo una frase.
Otra vez repito algo que dije hace mucho aquí en el Blog:
No estoy de acuerdo con el término discapacidad.
Y ahí, en mi anécdota: una de mis razones.
Así como esa anécdota tengo varias...elijo aquella por ser casi mágica; pero no: FUE REAL y FUE MARAVILLOSA.
Ese sólo encuentro, esas palabras, en ese momento fueron bálsamo para mi alma.
En lo que sí estoy de acuerdo es que existe una discapacidad emocional. Y esa puede ser hasta peligrosa. Porque no se reconoce, por tanto no se trata y los resultados son situaciones penosas, por decir lo menos. Situaciones que últimamente -al menos en mi país- van siendo cada vez más comunes.
LiebiMoi